miércoles, agosto 06, 2008

SOLO SE QUE NO SE NADA

Anoche me senté frente a la PC con la intención de escribir una serie de ideas que hace rato me vienen dando vueltas en la cabeza. El tema en cuestión era sobre la amistad y de como influye a la hora de jugar al fútbol con amigos.
Comenzé y borré varias veces hasta que en definitiva le di la forma que creía conveniente. Al leer la pequeña obra, me dí cuenta que era algo muy similar a algo que había leído en algun lugar alguna vez. Pensé, recordé, busqué y lo encontré. Al leerlo comprobé que grandes son los que realmente saben de esto, y por supuesto inmediatamente borrépara siempre lo que había hecho.
Pero para no dejarlos con las ganas acá les dejo lo que ustedes, grandes lectores, se merecen: un escrito como se debe por el gran ALEJANDRO DOLINA, de quien hablaré más adelante. Disfrútenlo tanto como yo.
INSTRUCCIONES PARA ELEGIR EN UN PICADO DE FÚTBOL
Cuando un grupo de amigos no enrolados en ningún equipo, se reúnen para jugar, tiene lugar una emocionante ceremonia destinada a establecer quiénes integrarán los dos bandos.
Generalmente dos jugadores se enfrentan en un sorteo o pisada y luego cada uno de ellos elige alternadamente a cada uno de sus compañeros.
Se supone que los más diestros serán elegidos en los primeros turnos, quedando para el final los troncos.
Pocos han reparado en el contenido dramático de estos lances. El hombre que está esperando ser elegido vive una situación que rara vez se da en la vida: sabrá de un modo brutal y exacto en qué medida lo aceptan o lo rechazan. Sin eufemismos, conocerá su verdadera posición en el grupo. A lo largo de los años, muchos futbolistas advierten su decadencia, conforme su elección sea cada vez más demorada.
Manuel Mandeb, que casi siempre oficiaba de elector, observó que sus decisiones no siempre recaían sobre los más hábiles. En un principio se creyó poseedor de vaya a saber qué sutilezas de orden técnico, que le hacían preferir compañeros que reunían... ciertas cualidades.
Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos más queridos. Por eso elegía siempre a los que estaban más cerca de su corazón, aunque no fueran los más capaces.
El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico: uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán.
Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible. Y si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables.

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